Actualización 12/03/2009: Si llegaste a este post buscando cómo llegar a La Salada o información sobre los locales, hacé click en www.ferialasalada.com.ar
15hs del domingo, llama Vicky y me dice «¿Qué están haciendo? ¿No se vienen a La Salada? Estamos yendo a hacer compra masiva de regalos navideños»
Dejamos estudio y tareas hogareñas por un par de horas y nos plegamos a la excursión.
La Salada es un gran centro de compras. Se encuentra en el partido de Lomas de Zamora, a las orillas del Riachuelo, frente a la Capital Federal. Se puede llegar en auto o en colectivos (creería que no oficiales) que salen desde Puente de la Noria.
El auto lo dejamos a unas 10 cuadras del lugar a dónde iríamos finalmente; avanzar por la calle angosta era muy difícil, estaba ocupada por una gran cantidad de colectivos y minibuses, además de la gente que iba caminando. A los costados de la calle de acceso ya se podían ver los primeros puestos.
La calle está sucia, muy sucia; el humo de los escapes de los colectivos, la tierra, los cartones, botellas, plásticos y embalajes se mezclan en la calle. Lejos está de ser atractivo o saludable. Esas 10 cuadras son intensas, algo parecido al temor me recorre, lo veo también en los ojos de mi esposa; pero es sólo una sensación, estamos todos por lo mismo, vamos a comprar a La Salada, para algunos es una posibilidad de acceso, para otros es una oportunidad de compra, y para otros un paseo casi turístico y pintoresco.
Inicialmente el shock cultural puede ser grande, sobretodo para una persona que no tenga contacto con situaciones de marginalidad, o que sólo lo haya visto a través de la televisión.
En La Salada se mezclan personas del interior del país y de otros países, pude identificar argentinos, ecuatorianos, senegaleses, peruanos, bolivianos y paraguayos (seguramente me esté olvidando de alguno). Las diferentes culturas se hacen palpables en los puestos de comidas, donde podés encontrar pollo frito, chicharrón, choripan y chipasitos, entre otras. Los aromas y olores son fuertes, muy fuertes; y me animo decir que son desconocidos para la mayoría de los porteños.
Miles de personas por las calles de La Salada, y otras miles dentro de los paseos de compra.La Salada tiene cientos y miles de locales, agrupados en diferentes paseos de compras, particularmente nos dirigimos al Paseo de compras Punta Mogote.
El paseo está instalado en un lote de unos 10.000 mts2 de superficie, donde se disponen cientos de puestos en una cuadrícula perfecta. Largos pasillos atraviesan la nave principal de norte a sur y de este a oeste, formando un gran laberinto; encontrar la salida no es difícil pero puede llevar unos cuantos minutos.
Los locales, en su amplia mayoría de ropa, miden 1,5 mts de frente x 1,5 mts de fondo, algunos llegan a ocupar el frente de 2 locales.
Los productos ofrecidos son de calidad media a baja, muchos de los cuales simulan ser de marcas reconocidas (al menos las etiquetas lo intentan). Mientras que los precios son realmente bajos en comparación con el valor que se puede encontrar en locales comerciales situados en los centros comerciales del Gran Buenos Aires. Por ejemplo alguien que concurra con $50 podría vestirse de pies a cabeza (sandalias, pantalón o pollera, remera o camisa, y hasta le podría alcanzar para comprar una gorra), es cuestión de buscar.
Los pasillos están atiborrados de gente y de mercadería en exposición; los locales cuentan con importantes stocks; y los vendedores cuando informan el precio de un producto le agregan la frase «ese es el precio por mayor», dado que así como van los que compran para consumo personal, también concurren comerciantes; estos últimos recorren La Salada con grandes carros y bolsos que los ayudan a trasladar la mercadería, de esta manera hacen la reposición de los productos que luego venderán en locales de los centros comerciales del Gran Buenos Aires o de las provincias.
Por otro lado, y en presencia de productos que aparentemente no podríamos llamar como «truchos», veo desodorantes, shampúes y productos de limpieza de marca a mitad del precio al que los encontramos habitualmente en los supermercados y almacenes o negocios especializados, y me pregunto por qué, cuál es el origen de la mercadería. Pero no me detengo en ese pensamiento, que seguramente me generará un dilema moral, y decido comprar algunos shampúes y desodorantes… será que esta contribución que estoy haciendo de alguna manera alimento negocios non santos… no quiero saber, no me gustaría saberlo, aunque lo puedo presumir… no soy tan ingenuo.
La Salada es una extracto de la realidad socioeconómica latinoamericana, es lo más cercano a una visita que hicimos, con mi esposa, hace unos años a La Paz, Bolivia; dónde tuvimos la oportunidad de recorrer varias ferias como la Huyustus o la Eloy Salmón. Ese viaje abrió ventanas en mi mundo limitado, me puso en contacto con realidades que hasta el momento no formaban pare de mi cotidianeidad. Años después conocidos y amigos me contarían de experiencias similares en Quito, Colombia y Cuba, entre otros.
Recorriendo La Salada puedo ver que el camino que debemos recorrer como país es largo, al menos si queremos generar más bienestar a nuestro pueblo, más oportunidades de desarrollo, más equidad, más transparencia, más compromiso social y mejores condiciones de vida y de trabajo.
Los dirigentes políticos y los ejecutivos de las grandes empresas debieran tener contacto periódico con esta arista de la realidad; para agregarles una mirada que los ayude a no perder el rumbo, y de alguna manera puedan vincular sus decisiones con las consecuencias que éstas generan, decisiones y consecuencias que impactan irremediablemente en la estructura de un país, su cultura y su gente.